EL
OFICIO DE SER
Soy,
no lo quise y ahora lo quiero tan intensamente que el morir, el
pensar en no ser, me asusta, me llena de miedos y me destruye. Pero
como sé que morir no es desaparecer sino transcender, mi espíritu
haya en esta seguridad su calma. No, no desapareceré y agradecido a
quien me lo ha hecho saber, recorro sus caminos buscando el anhelado
lugar donde sea para siempre en la felicidad de lo hallado eterno.
Hay de mí si así no fuera: después de tanto vivir, de la
intensidad de las experiencias vividas; del encuentro conmigo mismo y
de la experiencia de lo divino en mí. Después de todo lo sentido,
deseado y amado, si no sigue, no tendría sentido lo que ha sucedido
en mí y a mi alrededor. Por eso soy y quiero seguir siendo para
siempre, con la plenitud prometida y sin futuro incierto sino en un
continuo presente en la dimensión de QUIEN ES POR SI MISMO Y SIEMPRE
FUE Y SIEMPRE ES SIN VARIACIÓN. Soy y el asombro de ser me llega de
todos lados, porque soy y no el otro, sino en mí; el otro es ajeno a
mí, pero cercano cuando lo “encuentro” definido en la misma
dimensión por donde camino. Soy en este tiempo, lugar y estado de
ser. No soy inconsciente de mi mismo, sino que: SE QUE SOY Y NADIE ES
POR MÍ NI EN MÍ Y, SALVO DIOS, NADIE HABITA EN MI SER SINO MI
ENTIDAD QUE PERCIBO Y NO COMPRENDO COMO ESTÁ FORMADA. Misterio de
misterios el llamado “YO” determinación en el ser que esconde
identidad de vida consciente para el ser que la “habita”. Cuando
me “asomo” y trato de “penetrarlo” se esfuma y no se deja
discernir; pero soy porque ahí, en él, estoy determinado en SER. Y
no lo pedí, no lo deseé, pero aquí estoy siendo “YO”.
Pero,
mi ser, no se realiza en si mismo, cuando sólo se contempla a sí
mismo, se muere. Es en la dimensión de lo “OTRO” que se explaya,
crece y vive. En lo "OTRO" logra su realización, su crecimiento y su
vivir. El gran “OTRO”, más íntimo a mí mismo que yo, es el SER que siempre ES y siempre HA SIDO y
cuando Él se “deja ver”, “sentir” o “percibir”, mi ser
se expande completo en su dimensión. Pero cuando vivo la vida de
todos los días, mi ser crece en la dimensión, pequeña o grande,
buena, regular o mala que los otros humanos me trasmiten y eso cierra
o abre puertas nuevas a mi dimensión en el ser. El OTRO, los otros y
lo otro, la dimensión de lo material, es aquello donde mi ser se
realiza, pues no basta con ser tiene que ser actualizado, realizado y
determinado libremente, al contacto con todo lo “otro”. Sin lo
“otro” mi ser está reducido a sí mismo y ello lo cierra y lo
aniquila. El contacto, la penetración de lo “otro” es la
tierra, el sol y el agua que le permiten crecer, florecer y
desarrollarse.
Si,
mi ser es en mí mismo, pero sólo logra la plenitud de ser, en la
medida que ama, se da y realiza en lo “OTRO”.
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