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domingo, 12 de noviembre de 2023

00.39 LA PRIMERA PALABRA.






LA PRIMERA PALABRA

"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." - Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt (Lucas, 23: 34). (1)
Después de la traición, la negación, la huida de casi todos sus discípulos, excepto Juan y evidentemente su madre: María. Luego del seudojuicio de los sacerdotes y de Pilatos; de la flagelación, la coronación de espinas, las burlas, los maltratos, la elección de dar la libertad a un bandido antes que a Él (Barrabas), del lavatorio de manos de Pilatos y la injusta condena a muerte por el miedo de Pilatos a los Judíos. Más aún, el cargar con la pesada cruz puesto que debe ser ayudado a llevarla, sin fuerzas, secuela de una noche de sufrimiento, sin dormir y con las consecuencias de lo existencializado en ese corto tiempo; después de ser clavado en el madero, alzado en la cruz, el brazo dislocado y paremos de contar, porque sólo Él que lo vivió, podría susurrarnos su íntimo sufrir. Cuando empieza a morir clavado en la cruz, pronuncia las palabras que quizás, muchos de nosotros, no podríamos pronunciarlas sin resentimiento o ironía:

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”

       Personalmente, no creo poder hacer algo semejante, está fuera de mi capacidad de aceptación emocional, salvo una gracia especial de Dios. ¿Cómo pudo Él, hacerlo como lo hizo? ¡En verdad! y ¿consecuente con lo que quería expresar? No lo sé, ni tan siquiera puedo imaginarme el acto de renuncia y la dimensión de caridad que en tal sentencia y acto de amor nos fue dado.

Mi ser, a veces, cuando lo pienso, se estremece en una congoja y sentimiento que pasa rápido, al no poder penetrar y mantener la inmensa renuncia que ello significó; las lágrimas llegan a mis ojos y quisiera que corrieran y brotaran en cantidades, pero son breves, como los sentimientos de “algo” que en mí no puedo soportar.¡Cómo desearía penetrar la infinita sinceridad con la que fueron dichas sus palabras y retomar, alrededor de mi mundo personal, el carisma y el efecto pacificador, purificador y superante de tantas ofensas recibidas y mal aceptadas o asumidas, para en verdad, con perdón, dar mi sí a sus efectos de caridad! ¡Cómo quisiera poder recitar la frase del Padrenuestro: “Perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido” y saber que las digo desde la verdadera y última “rama” de mi voluntad profunda, entrando el perdón, para mí mismo, dentro de esa voluntad escondida por el miedo y la rabia de las ofensas mal “curadas”. Pero todavía, no vivo en el “lugar espiritual” donde la limpieza de mi ser haga brillar la caridad que poseemos, allí, en lo profundo de nosotros, donde mora el Espíritu de Dios.
Y así, empezó Su último martirio que lo llevaría a la muerte: y muerte de cruz; aceptando la voluntad del Padre en el profundo e incomprendido misterio de nuestra redención, de cada redención personal. Y el misterio de la verdad, que no lo es a Sus ojos, brilló en la oscuridad de la tragedia humana.

(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Las_Siete_Palabras

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