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miércoles, 4 de enero de 2023

00.26 SOBRE LA ESCLAVITUD DE LA CAÍDA







Sobre la esclavitud de la caída


De la reflexión de JM de Prada, en su articulo: “Esclavitud” en el semanario “XL-semanal”, copiado a continuación, del 7 de febrero 2014. Dice así:
En alguna ocasión hemos señalado que el principal error del economicismo clásico consiste en afirmar que el egoísmo es el motor de las relaciones económicas; y que la mera agregación de egoísmos personales garantiza, cual mano invisible, el funcionamiento del mercado. En esta doctrina subyacen dos errores concurrentes: uno de raíz teológica, que concibe la naturaleza caída del hombre como naturaleza incapacitada para obrar generosamente, ejerciendo su libre albedrío;”
Esto es un desconocimiento de lo aportado por los grandes teólogos católicos entre ellos San Agustin y Sto Tomás de Aquino. Ellos en sus tratados sobre el libre albedrío (2,3) distinguen claramente entre la imposibilidad para el hombre de hacer el BIEN y su capacidad para obtener, eso si disminuida, cosas buenas, en cuanto a su hacer material. Las cosas materiales, formas del hacer humano, son transformaciones de la materia en busca de mejoras para la vida práctica humana. Pero el bien en sentido estricto no le es posible sino a través de la gracia divina, la cual debe ser pedida y aceptada por uno, cuando le es dada. Aunque Dios nunca deja de escuchar y otorgar aquello que se le pide de manera correcta y fiel, para dárselo a aquellos que buscan el bien de los demás con sus obras, de manera recta y justa. El “sin mí nada podéis” (4) hace referencia a ello y nos habla de la continua injerencia en el hacer humano del Ser que es TODO, eso si, con la liberad humana ejerciendo su consentimiento a sus sugerencias.
No es válido el afirmar como un error, la doctrina de la caída del hombre y su incapacidad para obrar el BIEN; dado que en la dimensión espiritual, el “funcionamiento” de aquello apto para lograr lo bueno, no es lo mismo que en la dimensión de lo material; el “homo faber” y el “homo espiritualis” parten de dos realidades subyacentes en la dimensión humana que están en “simbiosis” dentro de nosotros pero son perfectamente distintas. Cuando se habla de la “humanum opera” se está presuponiendo el hacer humano en el plano de realización de las obras estrictamente materiales; pero aquellas obras que son determinantes por el espíritu, esto es: válidas para la realización, aumento o beneficio de la parte espiritual, no son del mismo tenor que las materiales, pues su dimensión es distinta. En el articulo citado se mezclan ambas: el bien material como el bien a nivel espiritual. Es decir, como ejemplo: por un lado la necesidad y derecho humano a tener una vida digna mediante un salario justo; y la voluntad “torcida”, contraria a la del verdadero Bien, de aquellos que pudiendo hacerlo no lo hacen. Es el egoísmo de su ser, determinado en definiciones de vida discordantes con la armonía y la verdad intrínseca, de la dimensión espiritual humana. La primera parte, es un postulado del deber ser material y el otro una actitud contraria a la parte de la CARITAS humana; esta última, definida en un una persona o personas determinadas. La primera es justa y correcta, pero no realizada a nivel material, por el egoísmo de la persona o personas humanas que pudieran hacerlo realidad; y esto, se debe a la “caída”, lo queramos o no, del hombre individual. Es más, los postulados generales de bienes que deberían ser y no suceden, se deben a la actitud de egoísmo, ambición, deseos de “tener más” y muchas otras motivaciones humanas que sólo contemplan “el bien de sí mismo” y no tienen en cuanta el del otro. Y todas estas definiciones vitales vienen de un denominador común: la caída del ser humano, al apartar su voluntad de bien de la verdadera voluntad de BIEN propia de Dios.
  1. San Agustin de Hipona.
  2. Sto Tomas de aquino
       Suma Teológica
      
       Primera sección de la segunda parte 

(Prima secundae)
       

 Parte II-I (teológica-moral)
      
 Artículo 2: ¿Puede el hombre querer y 

 hacer el bien sin la gracia?

 4. Jn 15,5b


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